Aporofobia proviene del
griego á-poros (pobre-desvalido) y fobos (miedo). Para Cortina, es una palabra “con
capacidad transformadora de la realidad”, y su uso se hace necesario, pues
cuando las cosas no tienen nombre, no tienen realidad física y no forman parte
del mundo humano. Entonces, es una necesitad poner nombre a las cosas, a fin de
visibilizarlas.
“Se habla mucho de la xenofobia, o sea, el odio al
extranjero; pero hay extranjeros que son muy bienvenidos, como los futbolistas, los turistas
que traen dinero. Estamos encantados de que nos visiten, pero nos molestan los
extranjeros refugiados pobres y se les recibe con total hostilidad”.
En este aspecto, es una acción política
colocar nombres a las cosas y situaciones.
En España, los gitanos que molestan no son
los músicos que tocan en bellos bares o casinos, sino los gitanos que se
rebuscan en la basura. En Paraguay, no molestan los extranjeros ricos, sino los
extranjeros pobres; aporofobia es el rechazo al pobre, no al extranjero con
plata. Cortina explica que esta situación ocurre en todas las regiones del
mundo.
El miedo se utiliza como estrategia política para
generar rechazo y odio a los pobres. Avanzan los gobiernos de derecha a través
de estas estrategias. En EE.UU, según Cortina, Donald Trump instaló el discurso
de que los migrantes mexicanos iban a sacar el trabajo a la gente, de que
afectaría severamente a la economía estadounidense, y ganó por mayoría.
Y vos… ¿Qué casos de aporofobia conocés?