¡OJO! Ésto no es una crítica de El Secuestro, sino una crítica de una crítica de una crítica de la película.
El jueves pasado tuve la oportunidad de ir al cine y ver El Secuestro, película encarnacena de producción paraguaya dirigida, producida, escrita y protagonizada (entre otros roles más) por el también encarnaceno Hugo ‘HJ’ Cardozo. La sala llena, el público se reía, se tapaba los ojos, ovacionó de pie al equipo realizador presente.
La película, indistintamente buena o mala, recibió una serie de devoluciones digitales que, aunque sigan siendo publicadas, coinciden en una cosa: la película no es buena.
Sin tomar en cuenta la credibilidad, o el ojo crítico, o conocimiento del séptimo arte, (o cualquier aspecto en realidad) de los autores y/o los editores de dichos artículos, la enfurecida población encarnacena no hizo más que volcar su enérgica opinión sobre las críticas.
Entre muchas declaraciones negativas, los encarnacenos afirman que estos críticos de cine “redactan muy mal”, “no son objetivos”, “no saben de lo que hablan, sino miren las taquillas”, “no apoyan el cine nacional.”
Antes de empezar, quiero dejar en claro una cosa. Mi intención no es desacreditar a Hugo Cardozo ni al equipo involucrado en la realización del largometraje y si bien tengo mis opiniones acerca de la película, no es ese el punto de este artículo. Es más, aplaudo su esfuerzo y el amor al arte que llevó a hacer esta película a todo pulmón. La historia detrás de cámaras de este film merita todo un documental que abarque los más de dos años que tomó éste para ver la luz del día.
Primeramente, quiero decir que los críticos de cine (o de cualquier ámbito), son siempre subjetivos. NO EXISTE LA OBJETIVIDAD, especialmente cuando se trata de obras artísticas de cualquier índole como lo son los largometrajes. Si habláramos objetivamente no sería una crítica, sino una ficha técnica. La RAE define la crítica (“opinión crítica”, propiamente dicho) como “juicio expresado, generalmente de manera pública, sobre un espectáculo, una obra artística, etc.” Una opinión, personal o colectiva, es y debería ser siempre imparcial, como los comentarios en las redes sociales, a diferencia de las del público encarnaceno que las hacen recayendo en los factores externos a la película en sí, como los obstáculos que el equipo tuvo que afrontar en más de dos años para que El Secuestro llegue a todos los cines del país o la producción local de ésta. Un crítico tiene que ver mucho más allá de eso, no debería poder basarse en emociones ni en cuestiones personales al redactar, pues es una interpretación y su objetivo consta en, justamente, dar su opinión personal, y para ello tiene que evidenciar los errores.
También, recordemos que una crítica puede ser constructiva o destructiva, depende de cómo se lo tome. Nadie ni nada es perfecto. Y la película no es la excepción. Si bien la película tiene aspectos negativos, los críticos no dudan en resaltarlos.
Queda en el director y en el equipo ser capaces de reaccionar a las devoluciones con madurez. Se lo dejamos a ellos el trabajo del análisis y la auto-crítica, para que puedan aprender de sus aciertos/fallas y crezcan, tanto como realizadores audiovisuales como personas; y ojalá continúen creando y aportando al cine nacional.
Yo no creo estar en posición de juzgar ni mucho menos de acusar, pero me vi obligado a dar mi opinión sobre el tema como alguien que apoya el cine nacional a los cuatro vientos con el ojo analítico que me dio el haber cursado un año la carrera de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Palermo de Buenos Aires, como encarnaceno y como cinéfilo empedernido; y espero sea leída, analizada desde estos factores que me inspiran a publicarla y criticada ;).
Guillermo von Knobloch Ferreira