DERECHO HUMANO Y HERRAMIENTA ESTRATÉGICA PARA LA
IGUALDAD
Al hablar de comunicación
estamos hablando de un derecho humano fundamental que reconoce que toda persona
tiene la potestad de comunicar sus pensamientos sin censura previa, por
cualquier medio, y a recibir y transmitir información a otras personas,
transformándola en conocimiento para el desarrollo individual y colectivo de la
sociedad.
Partiendo de este punto
es importante mencionar la situación de la comunicación en Paraguay, uno de los
países más inequitativos de América Latina. Tiene una desigualdad profunda en
temas como la distribución de la tierra, los recursos y medios de producción,
el acceso a la vivienda, seguro social, entre otros. Esto mismo pasa en
relación a los medios de comunicación, cuya propiedad se distribuye en manos de
reducidos grupos económicos.
Un trabajo de Radio
Candela, de Encarnación, de agosto de 2013, señala que “en Paraguay sucede lo mismo que en los demás países del continente: una élite económica es la
propietaria de la mayoría de los medios de comunicación y por lo tanto, su
objetivo es manejar la opinión pública”.
Avances
“Ante
esta realidad, las mujeres comprendemos que debemos empoderarnos de la
comunicación, ocupar espacios y hablar de nuestra realidad, de nuestras
necesidades, de nuestros deseos, de nuestras metas, e incidir en la sociedad”,
afirma Vanessa Rodríguez.
Rodríguez, destaca en
particular la experiencia concreta de la Red de Mujeres del Sur, una iniciativa
que se hizo realidad en marzo del 2015, Kuñanguera
Joaju Surgua, en guaraní, que busca la articulación y movilización de
las mujeres del sur del país, y ha tenido un avance importante en Itapuá,
Misiones y Ñeembucú.
“A
través de la Red hemos estrechado lazos, hemos crecido en conocimiento, en
gestión y sobre todo en empoderamiento”, dice Rodríguez.
Capacitar
como herramienta
Rodríguez, destaca que si
bien “hay mucho que mencionar” en
cuanto a lo logrado en la Red de Mujeres, lo conseguido en materia de
comunicación “es lo más soslayable”,
especialmente el proceso de capacitación de mujeres líderes llevado a cabo
entre marzo, abril y mayo del 2016.
“Estas
mujeres se han convertido en voceras de la organización, logrando así el
nacimiento inmediato -luego del curso de formación, ya en junio de 2016- de la
programación radial “Igualdad en Acción”, emitida en varias radios en los tres
departamentos”, afirma. Agrega que “en dicho programa compartimos todas las actividades de la
Red y su agenda por los derechos de las mujeres, para su incidencia y la
implementación de políticas públicas por sus derechos”.
En esta experiencia
radial participaron no solamente las voceras como conductoras, sino también sus
compañeras que van y cuentan su experiencia de vida y lucha, “aprenden a empoderarse de la palabra como
herramienta y crean lazos de cercanía con la audiencia al notar que ese espacio
es de todas las personas, en especial de las mujeres”, relata Rodríguez.
“En
cuanto al contenido a ser emitido, lo tenemos totalmente programado gracias al
apoyo y entusiasmo de las compañeras, principalmente al respaldo de las
compañeras de la conducción de la Red”, afirma, argumentando que
“pese a todos estos esfuerzos, el
principal desafío es la parte económica para solventar los costos de los
espacios”.
Cabe destacar que esta
iniciativa comunicacional, las mujeres la llevaron adelante en forma
voluntaria, para informar de todas las actividades de sus pares del sur del
país, promoviendo la movilización, incidencia, participación, empoderamiento,
transformación, cambio, poder, paridad, equidad, igualdad y justicia social. “Estos y muchos otros temas caracterizan al
programa radial “Igualdad en Acción” de la Red de Mujeres del Sur”, dice.
Las
mujeres en las noticias
Rodríguez, se apoya en un
monitoreo realizado por Kuña Roga y la WACC sobre la presencia de mujeres en la
información de la lucha por el derecho a la tierra y la seguridad alimentaria
en Paraguay, titulado “Mirando con lentes lilas las noticias de desarrollo
rural, agricultura familiar y derecho a la tierra”.
En dicho informe, se
evidencian, entre otras cosas, que las mujeres tienen mayor presencia en las
secciones de Economía y Negocios, mientras que los hombres ocupan en mayor
medida la sección de Política y Gobierno. “Esto
no es casual, sino que obedece a toda una construcción discursiva donde queda
claro el papel de género que se le otorgan a las mujeres”, afirma
Rodríguez.
“Las
mujeres aparecen mayormente como trabajadoras en la agricultura, voceras, y muy
pocas como expertas, especialistas o proveyendo una opinión o comentario. La
autoridad y especialización la tienen casi exclusivamente los hombres”,
agrega.
El trabajo de KR y la
WACC, revela que el 54,5% de las noticias monitoreadas no cuestiona las
desigualdades de género, y por el contrario refuerzan los estereotipos. El
desarrollo rural, agricultura familiar y derecho a la tierra está prácticamente
ausente en la agenda mediática. Y la presencia de las mujeres es invisible.
“Esta
realidad se viene evidenciando en anteriores monitoreos realizados en Paraguay
en 2005, 2010 y 2015, que revelaron la escasa presencia de las mujeres en la
información y la forma estereotipada del enfoque desarrollado en los medios
escritos, radiales y televisivos”, señala.
La
voluntad del lenguaje
“Esta
es la realidad y podemos combatirla y cambiarla utilizando la estrategia del
lenguaje que está en construcción permanente, porque la sociedad cambia y
necesita de nuevas palabras para reconocerse y expresarse”,
afirma Rodríguez. Argumenta que “el
lenguaje nombra la diferencia, no la crea pero sí muchas veces ayuda a
reproducirla. Por lo tanto, un uso consciente del mismo nos permite utilizarlo
de manera inclusiva y no sexista”.
En este sentido, sugiere
a comunicadores y comunicadores formularse algunas preguntas, como: “¿Puedo decir lo que estoy diciendo de una
manera más inclusiva y menos estereotipada? ¿Hay otras palabras, sinónimos,
estrategias narrativas, más precisas y, a la vez, inclusivas? ¿Contribuyo con
mi lenguaje a reforzar estereotipos o a la inclusión social?”
Señala que la propuesta
desde la Red de Mujeres “es usar un
lenguaje incluyente como herramienta de cambio, porque el lenguaje refleja la
sociedad y, como es lógico, puede ser tan racista, sexista, clasista y
heterocentrista como la sociedad que lo habla, aun cuando nuestra lengua posee
la riqueza y los recursos suficientes para utilizarlo sin necesidad de excluir,
invisibilizar o marginar”. “La
diferencia forma parte de la realidad, por tanto es necesario verla, nombrarla
y describirla sin prejuicios”, agrega.
Utilizar un lenguaje
incluyente es adaptarlo a las realidades político-sociales de un mundo en
transformación y, a su vez, contribuir a las transformaciones sociales que
aspiran a un mundo más justo e igualitario. Rodríguez, finaliza señalando que “no podemos ni debemos postergar el debate,
puesto que el lenguaje sólo será incluyente si existe la voluntad de hacerlo”.