Marcha en Buenos Aires para pedir la liberación de Belén, el 12 de agosto. RICARDO CEPPI
Belén
es argentina, una joven de 27 años acusada de aborto y condenada a 8 años de
prisión. Ella había llegado al hospital Avellaneda con fuertes dolores
estomacales y hemorragia vaginal. El médico de guardia le diagnóstico un aborto
espontáneo y sin complicaciones, pero las autoridades del centro
médico dieron aviso a la policía y terminó detenida. El motivo de las
acusaciones fue el hallazgo de un feto de unas 32 semanas en uno de los baños
del hospital, que médicos, policías y jueces adjudicaron a Belén.
El
caso ocurrió en el 2014, después de dos años, Belén fue liberada. Los jueces consideraron que no
existen fundamentos para mantener la prisión preventiva mientras no exista un
fallo firme, tal y como exigía la defensa.
Por Malena Pichot!
Este año tuve la suerte de irme de gira a España con Charo López. Como ambas hablamos del aborto en nuestros monólogos, cada vez que llegábamos a una ciudad preguntábamos cuál era la situación legal del aborto, no sólo para saber cuán al tanto estaba la gente sobre este tema, sino también para entender cuál era la posición general de la población. Si bien en España el aborto es legal, nos contaban que era muy difícil que se llevara a cabo de manera gratuita y que cualquier mujer debe pasar por un extenso, y más bien cruel, interrogatorio antes de llevar a cabo la interrupción voluntaria de su embarazo. Aunque la situación dista de ser ideal, es visiblemente ventajosa en comparación con la nuestra: en España las mujeres no mueren en abortos clandestinos y mucho menos van presas; y la mayoría de las personas comprende, que la mujer debe tener decisión sobre su cuerpo. Pero lo que me interesa destacar es la reacción que tenían los españoles y españolas cada vez que contábamos la historia de Belén. Cada vez que relatábamos que en Argentina había una mujer presa por un aborto espontáneo, la gente se quedaba pasmada. Las personas que nos escuchaban se quedaban realmente mudas, con una expresión de tristeza y confusión, confirmando todo aquello que sospechaban de Sudamérica. Nos miraban intentando disimular el estupor, como no queriendo ofender nuestra procedencia, y yo respondía a ese estupor con una profunda vergüenza, comprendiendo en ese instante lo acostumbrada que estaba a todas las mierdas que nos suceden a las mujeres en nuestro país. Comprendí además, que nuestra historia no era diferente a todas aquellas historias que parecen tan lejanas, solo porque suceden en el medio oriente, pero que en realidad están tan cerca: “su familia le tiró ácido en la cara porque no se quiso casar”, “su hermano y su esposo la dejaron en coma porque quiso estudiar”. Belén fue a un hospital pidiendo ayuda porque se sentía mal, no tenía idea de que estaba embarazada, sin ninguna prueba de ADN le adjudicaron un feto que había sido encontrado cincuenta minutos antes de que ella llegara. Belén fue a un hospital y nunca regresó a su casa, hace dos años está presa con una condena de 8 más.
La causa de Belén no se sostiene por ningún lado, pero hay un montón de personas en redes propagando mentiras, infectándolo todo de datos fantasiosos, quizás por miedo, por no atreverse a pensar que la justicia es tan injusta, que cualquiera de nosotras estamos severamente desprotegidas y somos increíblemente vulnerables. Es quizás en un esfuerzo de negación, de no querer ver que aquellos que deben cuidarnos pueden hacernos daño tan fácilmente, que se inventan cosas sobre Belén y se la ataca con datos inexistentes. Y ahora son los mismos jueces que la condenaron injustamente los que publican su verdadero nombre en medios de Tucumán en un trabajo desmedido por torturarla de por vida. Y claro, es todo tan siniestro que es más fácil creer que Belén efectivamente hizo algo, porque pensar que las mujeres no somos libres es demasiado doloroso.
Y toda esa gente que subestima la lucha feminista porque cree que somos solo unas locas quejándonos de pavadas irrelevantes, toda esa inmensa mayoría que divide la causa feminista entre “lo importante” y “lo banal” es sencillamente gente que no está, que no acompaña ni en “lo banal” ni en “lo importante”. Todos los que creen que una tocada de culo en el bondi o una guarangada de un tipo en la calle no son temas que merezcan siquiera ser tratados, tampoco aparecen a bancar cuando un ídolo nacional incita a la violación, cuando una chica es violada en un taxi, cuando una mujer es perseguida amenazada y asesinada por su pareja o cuando una mujer es encarcelada solo por ser mujer y ser pobre. Si los detractores fervientes del feminismo no aparecen ahora, ¿cuándo lo van a hacer? ¿Qué es entonces “lo importante”?